Marisol Garrido (35) estudió Ingeniería Civil Ambiental una carrera que logró interesarla por su relación con el cuidado del medio ambiente. Si bien en la carrera había fuerte presencia femenina, la universidad (USM) tenía una mayor participación de hombres, tanto en alumnos como académicos, sin embargo, jamás se sintió inferior a sus pares. Esta percepción nació una vez que entró al mundo laboral, en un rubro donde aún predomina la fuerza masculina.
En su actual puesto de trabajo como directora de Operaciones de Séché Group Chile, lidera las áreas: comercial, operativa, de medio ambiente y sostenibilidad y, su favorita, desarrollo de nuevos proyectos. Su consciencia por el cuidado del medio ambiente fue esencial para seguir adelante en un camino lleno de obstáculos, donde ser mujer marca la diferencia.
Nunca sentí una discriminación cuando estudiaba en la universidad, a pesar de la poca cantidad de mujeres que había. Creo que, a nivel generacional, la persona que tenía mejores notas y participaba en más actividades era la más power independiente del género, orientación sexual, estilo de vida, etc. Sin embargo, conocí esa realidad en el mundo laboral. Comencé a trabajar en el rubro de la Construcción, que, en mi experiencia, fue bien machista y de un trato bastante agresivo, donde dialogar era considerado una debilidad. Fue difícil para mí, porque mi personalidad no es de ese estilo y no estaba dispuesta a adaptarme o ser tratada de la misma forma para poder validarme.
Sobre la industria de residuos, también es considerado un trabajo muy masculino, tanto en la operación, como en la dirección. Una prueba de eso es que, por ejemplo, nunca he tenido un jefe que sea mujer. Definitivamente, hay una dificultad en lograr crear posibilidades que te hagan estar al mismo nivel; faltan figuras femeninas para ver cómo se posicionan en esos cargos. También, creo que es un rubro machista, y a veces en discusiones más intensas se tiende más a la forma de cómo se discute que el fondo.
Afortunadamente eso está cambiando. En 10 años, que es lo que más o menos llevo trabajando, he notado un cambio tremendo.
Yo entré siendo la segunda generación de Ingeniería Civil Ambiental en mi universidad, por lo que éramos bastante nuevos. Lo que pensé al estudiar esta carrera fue que quería que mi trabajo contribuyera en ayudar a las personas o tuviera de algún impacto positivo. Lo más lógico era estudiar algo relacionado a la salud, pero le tengo pánico a la sangre, así que no me imaginaba en ese campo. En ese momento, me pareció que lo más cercano sería estudiar algo asociado con el medio ambiente. Busqué cuáles carreras estaban y llegué a Ingeniera Civil Ambiental.
El tema del medio ambiente lo fui descubriendo después. Por ejemplo, siempre me llamó la atención ayudar a que las personas o los animales se sintieran mejor y, tal vez, eso lo llevé al lado ambiental. En el fondo, si uno contribuye a conservar y preservar el medio ambiente, directamente estás contribuyendo a mejorar el entorno, la vida de las personas y de las otras especies que habitan el planeta. Eso sí fue algo que pensaba cuando estaba en el colegio y que vi en la universidad con ramos de gestión de residuos y procesos más ambientales. Eso me motivó a seguir en ese camino.
¡Que no sabía lo que se le venía!… No es un consejo, es una advertencia… Más que a la que entró a la universidad, le diría a la que salió que pensara un poco más en grande. Yo creo que las mujeres tendemos a limitarnos a nosotras mismas sin pensarlo, asumiendo que hay cosas que no vas a poder hacer. Creo que en muchos casos es por falta de confianza y de seguridad y, a pesar de que estamos en una etapa en que eso va avanzando, aún hay ideas arraigadas que cuesta sacarse de la cabeza. El consejo es justamente eso, sacarse esas suposiciones de la mente y no limitarnos antes de tiempo sin siquiera intentarlo, proponiéndose lo que una quiera e imaginándose donde una quiere estar. Ese es el consejo y el desafío para las futuras generaciones.
Creo que mi primera inspiración fue mi abuela, quien era profesora. En su tiempo no era normal estudiar, pero ella entró a la universidad y trabajó por muchos años en una escuela en un sector rural. Inconscientemente, fue una inspiración para mí, yo no lo había asociado, pero me mostró un camino que es posible seguir.
Por otro lado, mis únicas dos profesoras en la universidad fueron muy representativas. Una de ellas era muy independiente y con una personalidad más asociada a rasgos masculinos, pero que tenía una gran habilidad de discusión y se podía posicionar ante una audiencia sin problemas. Por eso me parecía alguien digna de imitar.
La otra profesora fue por mucho tiempo la única mujer de todo el departamento. Ella tenía una personalidad distinta a la de todos los docentes que estaban ahí. En general, los profesores de mi universidad eran personas muy lejanas o endiosadas. Ella era todo lo contrario, era muy cercana, te ayudaba y apoyaba. Con eso, me mostró un estilo de liderazgo muy distinto y genuino. Creo que eso fue algo que influyó positivamente en mi formación.
El desafío es incluir a más mujeres, tanto en la operación como en las tareas administrativas. Si bien, me he topado con mujeres en cargos de subgerente o algunas líneas de negocio, creo que aún falta mucho por avanzar. Existen algunas industrias que han tomado liderazgo y se han puesto metas para añadir a más mujeres, lo que también es cuestionado y se toma como una discriminación negativa hacia los hombres, y si bien estoy muy a favor de la meritocracia, creo que es válido y necesario generar estos impulsos en el momento en el que estamos ahora, donde necesitamos romper un esquema. Yo soy optimista y creo que estas medidas no van a ser necesarias en unos años más y no existirán estas imposiciones, sino que se dará naturalmente, porque estará claro que tener equipos diversos en todo ámbito es mucho más enriquecedor para una organización Si logramos nivelar la cancha, ayudaríamos a otras mujeres a sentir más confianza de que podemos llegar a tomar distintos cargos y que nuestra carrera no está limitada a ciertos roles.