El desarrollo sostenible como desafío para entregar a las generaciones futuras un planeta que les permita seguir adelante como especie, se ha convertido en una tarea asociativa y colaborativa, común a actores de diferente naturaleza y multinivel (local, regional y global). En este escenario, el reto del sector industrial es producir con alta calidad y, al mismo tiempo, satisfacer la necesidad de más información y conciencia de los consumidores y otros stakeholders interesados en la protección ambiental.
En este contexto, el enfoque de ciclo de vida y análisis del ciclo de vida (ACV) se transforman en una opción validada y reconocida (ISO 14040 e ISO 14044). El ACV es una “metodología objetiva para evaluar las cargas ambientales asociadas a un producto, proceso o actividad, y que considera toda la vida de este. A través del análisis material y energético, se logran identificar las entradas y salidas del sistema estudiado, evaluándose posteriormente los diferentes impactos ambientales que pueden causar. De esta manera se logra una visión holística que engloba los recursos utilizados y las emisiones a las diferentes matrices ambientales desde la cuna a la tumba”.
Así, la identificación y cuantificación de las externalidades ambientales de un proceso productivo mediante el ACV, ofrece oportunidades que pueden ser muy atractivas para el sector industrial y de servicios. Por una parte, esclarecer aquellos puntos de mayor impacto, permite vislumbrar espacios de mejoras y, por ende, bajar los costos en la medida que se definan nuevos procesos de fabricación, fuentes de energía, transporte, diseño de envases y embalajes, mejores recomendaciones para el uso y disposición final, entre otras, aplicando así el principio rector que indica que “el mejor residuo es aquel que no se produce”, evitando así su generación.
Por otra parte, el enfoque de ciclo de vida puede generar ganancias en esferas menos tangibles como son la imagen y la reputación organizacional, gracias a un compromiso de transparencia. Aunque estas materias pueden ser más difíciles de evaluar en un balance tradicional, es importante mencionar ejemplos como el de Donau-Tufting GmbH. Esta empresa alemana “fabricante de alfombras, llevó a cabo un estudio de ciclo de vida (…) . A partir de los resultados, los ejecutivos decidieron eliminar de las alfombras los colorantes y pigmentos con metales pesados y sustancias químicas para vulcanización. La empresa obtuvo una ventaja del mercado en relación con la competencia: la facturación de las nuevas alfombras “sin químicos” se incrementó en 25%”.
Para Séché Group Chile, acompañar y transformarse en socios de sus clientes, le permite apoyar y abordar desde la perspectiva de ciclo de vida sus procesos productivos, pudiendo aportar con sus equipos de investigación y desarrollo, soluciones innovadoras que generan, en el mediano plazo, un círculo virtuoso entre el medio ambiente, comunidades, así como otros grupos de interés y la propia empresa, apoyando de esta manera el desarrollo sostenible del planeta.
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